Durante la noche del 29 de septiembre de 1913, un pasajero desaparecía misteriosamente del barco alemán Dresden mientras realizaba la singladura entre los puertos de Anvers, en Francia, y el inglés de Harwich, al otro lado del Canal de La Mancha. Se trataba de Rudolf Diesel que, tras haber cenado con sus colaboradores, nunca más volvió a ser visto con vida. Diez días después, la tripulación del buque holandés Coersten halló su cadáver flotando a merced de las corrientes y, después de recoger sus objetos personales que permitieron más tarde a su hijo Eugen la identificación de los restos, el capitán decidió abandonarlo en el mar dado el avanzado estado de putrefacción del cuerpo.
Todo tipo de especulaciones se barajaron en su día sobre la muerte de este ingeniero e inventor alemán, nacido en París el 18 de marzo de 1858. A unos meses del estallido de la Primera Guerra Mundial, viajaba precisamente a Inglaterra para una reunión en Londres de la ‘Diesel Manufacturing’, constituida para suministrar motores al almirantazgo británico.
El posterior descubrimiento de que Diesel se encontraba prácticamente en la bancarrota y sus intentos antes de morir de cerrar contratos con fabricantes franceses y británicos no hicieron más que alimentar aún más las teorías sobre su misteriosa desaparición.
Los éxitos y desgracias de Rudolf Diesel comenzaron sin duda el 27 de febrero de 1892, día en que patentó su Kraftwärmemaschine, o «motor de aceite» que, con el tiempo, tomaría hasta nuestros días el nombre de su inventor así como su combustible, anunciado en todas las estaciones de servicio del mundo como el popular diésel.
Potencia garantizada desde muy bajo régimen, fiabilidad y bajo consumo pronto hicieron que el nuevo motor encontrara aplicación no solamente en el ámbito del automóvil. Su utilización en el transporte pesado, la marina, los ferrocarriles, la tecnología bélica y la maquinaria industrial se hicieron generales hasta nuestros días.
Crisis del petróleo
Respecto al mundo del automóvil, la primera marca que adoptó la motorización Diesel fue Mercedes, en el año 1936, que lanzó su 260 D con 45 CV. Dos décadas más tarde le seguiría Peugeot con el 403 D. Pero la auténtica eclosión del motor Diesel en los automóviles llegaría en 1975, en plena crisis del petróleo, cuando el Volkswagen Golf GLD popularizó en la gran serie este tipo de motor, en esa época mucho más parco en consumo que sus homólogos de gasolina.
Después de 125 años de servicio, el motor inventado por Rudolf Diesel se ha ganado un importante rechazo político y social, sobre todo en las grandes capitales, debido a sus emisiones de NOx y partículas finas, que han obligado a las marcas a mejorar considerablemente su gestión y adoptar filtros anticontaminantes hasta cumplir la actual y exigente norma Euro 6. A día de hoy, el motor Diesel sigue siendo mejor en rendimiento que el de gasolina y, en cuanto al transporte por carretera, es todavía insustituible en el mundo y no es previsible que lo sea en los próximos 20 años.